Investigación: Mitos y Realidades

DOCENCIA / INVESTIGACION

Investigación: Mitos y Realidades

Alberto Carli*
*Prof. Consulto Facultad de Medicina-UBA /
Director del CECS -Centro de Epistemología en Ciencias de la Salud –
Depto. de Humanidades Médicas- Fac. Med. UBA

 

La investigación consiste en buscar vestigios, pistas con las que acercarse a cierto conocimiento. Esta tarea, de alto reconocimiento social y académico, presenta una serie de mitos que nos gustaría abordar.                                                                        El más intimidante es aquel que instituye la idea de que es una tarea reservada a mentes superiores. Si bien reconocemos que existen individuos que tienen la capacidad de poseerlas, esto no es verdad. La Ciencia es solamente una de las tantas creaciones de la cultura con que el hombre ha intentado superar su fragilidad esencial. Es cierto que algunos integrantes de las comunidades científicas abonan en favor de esta idea, mediante la utilización de una jerga incomprensible para el resto de los mortales. Pero esto es superable si se entiende que cada disciplina es portadora de un lenguaje propio, tanto más desarrollado cuanto más desarrollada sea la disciplina pero tanto más intraducible si lo fuera menos. Esto es que un físico podrá “traducirnos” mediante el uso de adecuadas metáforas que así lo faciliten, ciertas ideas de su ciencia. Mucho más difícil será que alguien perteneciente a una nueva disciplina, intente lo mismo.

Otro de los mitos que circula es el referido a la necesidad de una gran aparatología. Y aquí debemos decir que, como en el sexo, la mejor herramienta es el cerebro. Se parte de la idea equivocada de que hacer ciencia es un trabajo de laboratorio olvidando que la tarea de gabinete es sólo una parte de la investigación. La mejor investigación es aquella que cuenta con un buen proyecto y éste no se hace en un laboratorio sino sentado frente a una mesa con el grupo de investigadores, discutiendo las tareas que se llevarán adelante. No estamos negando que ciertas disciplinas necesitan de ayuda instrumental y que la misma pueda ser de alta complejidad pero ésta es una verdad parcial, llevada a la totalidad de la actividad científica se transforma en un mito. Con una consecuencia nefasta: la idea de que “aquí no podemos hacerlo”.

En el terreno de la Medicina estas ideas han tenido efectos empobrecedores en lo que hace a la práctica profesional, asumiéndose como válidos conocimientos desarrollados en otras latitudes con consecuencias no sólo científicas sino también profesionales y hasta económicas, en definitiva el precio que se paga por el subdesarrollo. La complejidad de la condición humana nos exime de comentarios acerca de cuáles son las variables que igualan a un anglosajón con un latinoamericano. Más aún, cuáles son las variables que caracterizan a una enfermedad que se presenta en un anglosajón y cuáles las que se dan en un latinoamericano.

Cualquier médico, en la más alejada y humilde de las unidades sanitarias es capaz de realizar una investigación adecuada, científicamente correcta, de las patologías por las que lo consultan. Sólo será necesario conocer el Método Científico y aplicarlo. La posición de minusvalía intelectual en la que nuestros colegas se ubican no hace más que darle fuerza a la idea de que la Medicina va por dos carriles paralelos, uno dedicado a hacer una práctica “social”, destinado a las grandes masas populares y otro en consonancia con los importantes desarrollos científicos contemporáneos.

Nosotros entendemos que, parafraseando a Sartre cuando hablaba de la sociología2, deberíamos utilizar esa potente herramienta que es la Ciencia de los poderosos, para utilizarla en nuestro provecho, en el de nuestra gente.

 


 

2 Sartre JP. Crítica de la razón dialéctica, Losada, Buenos Aires, 2004