Page 37 - Revista científica HMVM ::: Hospital General de Agudos "Magdalena V. de Martínez"
P. 37
REVISTA CIENTÍFICA HMVM 37
ción mucho más rápida. De este modo, sufren Diversos estudios señalan a las construccio-
disfunciones cerebrales y desarrollan enferme- nes hegemónicas del género femenino como
dades hepáticas y cardíacas de manera más factor protector de ciertos consumos proble-
temprana que los hombres, incluso cuando be- máticos, especialmente los más “arriesgados”
ban menos que ellos” (USPPA, 2011: 6). Este (Romo, 2010; Parga, 2011; Garía del Castillo,
estudio citado se considera el más completo 2005; USPPA, 2011; Romo, Camarotti, Tarra-
en relación a la descripción de las vulnerabi- gona, Touris, 2014). En esta línea, se señala
lidades diferenciales de las mujeres según la el rechazo social, de muchas mujeres inclusi-
sustancia consumida. ve, hacia el consumo de sustancias ilegales;
el imaginario que considera el consumo de
1.4 Diferencias en las construcciones sustancias psicoactivas como práctica mascu-
de género. linizada, incidiendo en la menor percepción de
curiosidad por parte de las mujeres; la mayor
El género “aumenta la vulnerabilidad biológi- valoración social de las mujeres en espacios
ca y acompaña a la biología en la determina- tradicionalmente femeninos, como la materni-
ción de las desigualdades en materia de salud” dad, por sobre otros en los que puede no estar
(Romo, 2011: 92). El patriarcado, como siste- ubicada como sujeto al servicio de las necesi-
ma de creencias androcéntricas sobre el cual dades de otro; la mayor posibilidad de las mu-
se asientan las relaciones sociales, establece jeres de autopercibirse como vulnerables, pre-
rasgos diferenciales para hombres y mujeres, sentando una mayor percepción del riesgo; el
con una consecuente distribución desigual del mayor control parental sobre las adolescentes;
poder para unos y otras. Entonces, las diferen- etc.
cias entre los géneros se estructuran desde
una lógica atributiva (otorgando rasgos diferen- Algunos señalan en este sentido:
ciales para unos y otras), binaria (cada uno po-
see cierto conjunto de rasgos, invariablemente) “Será a partir de los años setenta del siglo
y jerárquica (uno de los géneros es transforma- XX cuando se inician unas pautas de consumo
do en inferior, complemento o suplemento del de drogas que nos llevan a la realidad actual.
otro) (Fernández, A. M.; 2014: 39). A partir de entonces, lo que podemos decir es
que las mujeres usan pocas drogas, es decir,
De acuerdo a los estereotipos de género, el pocas drogas ilegales, y es que ‘usar drogas ile-
consumo de sustancias psicoactivas es tradi- gales’ es una conducta denostada socialmente
cionalmente considerado como una práctica y masculinizada, asociada en nuestra cultura a
impropia para las mujeres. Entonces, a partir los roles masculinos” (Romo, 2011: 92).
de esta creencia se invisibilizan las diferen-
cias en lo que respecta a cómo se relacionan “Es probable que distintos elementos del con-
genéricamente con las sustancias, así como texto que forman la construcción de género, del
también las consecuencias que provocan los ‘ser mujer’ en nuestra sociedad, influyan en la
consumos problemáticos y las necesidades es- forma en que las mujeres usan drogas ilegales
pecíficas según el género. Es importante de- y así no sean equivalentes los modos de iniciar-
stacar que “gender is implicit and performative se y continuar en el consumo de las diferentes
but can also be seen as a situated action that sustancias, la posible susceptibilidad a los da-
implies agency or some degree of choice”. En ños, el contexto social en el que consumen o
este sentido, las identidades de género están las formas en las que acceden al tratamiento”
en permanente movimiento, cambiando sus (USPPA, 2011: 14)
sentidos de acuerdo a los objetivos que se pro-
pone la persona (Romo, Camarotti, Tarragona, “Las mujeres presentan una mayor percep-
Touris, 2014: 7). ción de riesgo, que es más notorio frente a
los usos experimentales. En todas las sustan-
cias, éstas superan a los hombres en cuanto a